MARY Y MAX

Ayer por la tarde, mientras Madrid era devorada por un viento huracanado de lluvias esporádicas pero fastidiosas, me dio por ver lo que  considero una de las películas más recomendables del panorama cinematográfico actual. Rodada con la técnica de animación artesanal STOP MOTION, Adam Elliot consigue en Mary and Max crear una historia de lo más conmovedora y que te tendrá enganchado hasta el final de los créditos. 

La historia gira en torno la  amistad  entre dos personajes increíblemente dispares ( con 20 años y dos continentes de diferencia aunque con la misma pasión por el chocolate) a través de  una correspondencia constante desde 1976 hasta 1994. 

Mary es una niña australiana de ojos color lodo y una mancha de nacimiento de color caca que tiene una increíble curiosidad por el mundo exterior. Sin amigos y única hija de una adicta al jerez de cocina y a la cleptomanía y un padre que se desentiende por completo de una familia de chiste, decide preguntarle al primer desconocido de nombre extraño que encuentre en una lista telefónica de los Estados Unidos una de las cuestiones más vitales para el ser humano:  Si en Australia los bebes surgen del fondo de las jarras de cerveza ¿Será que en Ámerica salen de latas de coca-cola? 

Quién iría a imaginar que lo que en principio era una simple carta inocente de una niña de ocho años australiana acabaría  por convertirse en el detonador que cambiará  la vida de Max Horovitz para siempre. 

Max es un judío solitario de 44 años, con síndrome de Asperger y de proporciones desmesuradas, que no logra entender porque él es el bicho raro de un mundo donde la contaminación esta a la orden del día, donde se usan lenguajes enrevesados con dobles sentidos y se escucha música estúpida. 
Para alguien incapaz de reconocer los gestos faciales y cuyo único amigo es un ser imaginario llamado Mr Ravioli que se pasa el día leyendo libros de autoayuda, la carta de Mary es  un salvavidas arrojado en medio de un mar de desesperación, frustración y reuniones con el grupo de comilones anónimos.

Mary y Max es una película sin defectos, directa y con una atención a los detalles más mínimos increíble: desde el empleo del contraste entre el blanco y negro y el color como método de  diferenciación entre los mundos de estos dos protagonistas tan dispares, hasta las expresiones faciales de unos personajes de pasta altamente expresivos, cómicos, oscuros y con unos diálogos vivos llenos de múltiples matices. 

Toda una mezcla de humor negro y sentimientos que crea un lazo irrompible entre el espectador y sus personajes, a quienes les ponen voz artistas famosos como Philip Seymour, Toni Collette, Eric Bana y Renée Geyer.


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