MADRILEANDO

Uno, Dos y Tres. Abro los ojos y me encuentro con lo de siempre. El mundo da vueltas. Tal vez las esté dando yo. Lo que sí puedo afirmar con toda seguridad es como esta abrumadora monotonía nocturna de lobos insatisfechos me golpea con increíble destreza. Ni siquiera lo vi venir. Mas una vez más me ajusto a los parámetros normales y aquí nadie ha dicho nada. Una mano por aquí, cristales rotos sobre el suelo, un intercambio facebukiano con cuatro desconocidos más y un adiós bastante seco. Los dedos de las manos entumecidos y el maquillaje destrozado por la atmósfera asfixiante. ¿Esto es lo máximo a lo que puede aspirar una persona hoy en día? ¿Dos copas de garrafón y tu nueva adhesión al grupo “5 min. tapándome con la manta y me dejo el mando encima de la mesa....”? Ilusos los que pensaron que el consumismo sólo servía para impulsar a la economía. Una sociedad de almas perdidas circulantes en una dimensión preestablecida por cuatro homos sin nada de sapiens. Abejas obreras de una matrix de euribor 1.242% y calentamiento global... Un chico inconsciente sobre el suelo del vagón y los solidarios transeúntes pasando por encima. ¿Donde está Intermon Oxfam cuando lo necesitas? Eso es cierto. Es muy poco original criticar estas cuestiones, así que con un nuevo sol aniquilo estas aversiones. Césped y Orien Lavie. Un beso por la izquierda, un susurro por la derecha y los ojos cerrados por lo que pueda venir después. Palabritas pequeñitas en barcos de papel. Hacia el mar. Hacia el mar, hermano.