lunes, 8 de marzo de 2010
Historias minimas de Madrid IV
La gente no cambia. Este es un hecho si no demostrable, al menos perceptible. No se llora, es tarde ya y no tiene sentido. Supuestos amigos que se desvanecen cuando hay problemas o compañeros de borrachera que se reúnen a tus espaldas con tus enemigos más cercanos. Los pequeños factores como estos acechan en cada esquina, en cada cóncavo y convexo, en cada sombra de una ciudad de invierno sin acceso a minusválidos morales. Hay gente que publican blogs de escritura confusa y palabras vacías mal empleadas, y otros que prefieren susurrar secretos negros en oscuros corredores. Cada cual con lo suyo. Mas dejo bien claro lo siguiente: que todo lo sé y aunque me hago la ignorante, con gran memoria recaudo vuestras futuros mares en pena.
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